Cuatro días son los que finalmente le quedan a la posible aprobación de la famosa Ley de Economía Sostenible (que alberga la Ley SINDE), aquel invento que nuestro querido gobierno «socialista», de «izquierdas» y «progresista» se ha sacado de la chistera, cual mago dispuesto a convencer del conejo que no existe, aun a sabiendas de que nadie, absolutamente nadie (quitando a artistazos como Alejandro Sanz) le apoyan en dicha enmienda. Ni siquiera quienes parecían su aliado más directo (CiU o CC).
Es una más de todas estas cosas que nos están metiendo entre pecho y espalda, como caramelos envenenados. Véase todo ese follón que está montando la SGAE. Sí, todo aquello sobre la intrusión en las bodas y los robos a los establecimientos que tienen puesta la radio y todas esas cosas. Y ahora, ya directamente desde el gobierno… por lo menos los de la SGAE se disfrazan con el pasa-montañas de la «empresa privada»… Pero ya no… ahora ya pretenden privarnos de algo tan inalcanzablemente libre como es Internet, la red, esa gran fuente de información y conocimientos más o menos gratuita que tanto nos ha ayudado a seguir escuchando música o viendo películas, o simplemente informarnos, sin tener que pagar por ello cantidades aberrantes de dinero sucio, dinero del que los músicos que graban el disco – por poner un ejemplo- no rascan ni 5 euros, cuando nos están cobrando 30. Pero no vamos a entrar en detalles…
Ahora dice el gobierno Zapatero que nos van a cerrar páginas como cineutbe o seriesyonkis, entre muchas otras. ¿Y qué va a ser lo próximo señor presidente del gobierno?
Preparémonos porque quizá para el año que entra, además de no poder fumar en ningún sitio, ni consumir una cerveza en la calle, ni poder descargar una película para verla el fin de semana o compartir un disco de música con los amigos, quizá tampoco podamos salir por la noche entre semana.
Y parece que lo único que podemos hacer desde el pueblo es salir a la calle, protestar, luchar por lo que es nuestro si nos queda algo, y que se nos oiga, es decir, recuperar todo ese espíritu revolucionario que ante las injusticias debemos tener los de abajo, y no cesar hasta conseguir un cambio, hasta que exista el miedo de aprobar según qué leyes por lo que pueda protestar libre y pacíficamente el pueblo.
Zeus Díaz Cid